lunes, 21 de septiembre de 2009

Brahms - Ein Deutsches Requiem

Da gusto hacer un post como éste. El compositor, la obra, los intérpretes, todo de primerísimo orden.
El Ein Deutsches Requiem (Un Requiem Alemán) de Johannes Brahms es una obra magnífica desde todo punto de vista. Todo lo que compuso el gran compositor tiene el sello de lo magistral.
El requiem alemán en opinión de muchos no tiene inspiración litúrgica, presente por necesidad en este tipo de obras, pero todos sus textos son bíblicos.
Brahms compuso la obra después de producirse la muerte de Robert Schumann quien fue su maestro, además de la de su madre, ambas ocurridas por la misma época. Esto también sirve como basamento a los que dicen que es un requiem ateo, pues no está dedicado a la muerte de Jesucristo como la mayoría de los requiems de otros autores, sino a la de personas afines.
En la carpeta contenedora del disco encontrarán un documento con información acerca de la obra y el libreto de la misma, en alemán y castellano. Eso además de la música claro.
Los dejo ya con datos biográficos de Brahms.

Johannes Brahms

(Hamburgo, 1833-Viena, 1897) Compositor alemán. En una época en que la división entre partidarios y detractores de Richard Wagner llegó a su grado más alto, la figura de Brahms encarnó para muchos de sus contemporáneos el ideal de una música continuadora de la tradición clásica y de la primera generación romántica, opuesta a los excesos y las megalomanías wagnerianos.

No por ello cabe considerarlo un músico conservador: como bien demostró en las primeras décadas del siglo XX un compositor como Arnold Schönberg, la obra del maestro de Hamburgo se situaba mucho más allá de la mera continuación de unos modelos y unas formas dados, para presentarse cargada de posibilidades de futuro. Su original concepción de la variación, por ejemplo, sería asimilada provechosamente por los músicos de la Segunda Escuela de Viena.

Respetado en su tiempo como uno de los más grandes compositores y considerado a la misma altura que Bach y Beethoven, con los que forma las tres míticas «B» de la historia de la música, Brahms nació en el seno de una modesta familia en la que el padre se ganaba la vida tocando en tabernas y cervecerías. Músico precoz, el pequeño Johannes empezó pronto a acompañar a su progenitor al violín interpretando música de baile y las melodías entonces de moda.

Al mismo tiempo estudiaba teoría musical y piano, primero con Otto Cossel y más tarde con Eduard Marxsen, un gran profesor que supo ver en su joven alumno un talento excepcional, mucho antes de que éste escribiera su Opus 1. Marxsen le proporcionó una rigurosa formación técnica basada en los clásicos, inculcándole también la pasión por el trabajo disciplinado, algo que Brahms conservó toda su vida: a diferencia de algunos de sus contemporáneos que explotaron la idea del artista llevado del arrebato de la inspiración, del genio, el creador del Réquiem alemán dio siempre prioridad especial a la disciplina, el orden y la mesura.

Excelente pianista, se presentó en público el 21 de septiembre de 1848 en su ciudad natal con gran éxito, pese a que, más que la interpretación, su verdadera vocación era la composición. En el arduo camino que siguió hasta alcanzar tal meta, Marxsen constituyó un primer eslabón, pero el segundo y quizá más importante fue Robert Schumann. Tras una corta estancia en Weimar, ciudad en la que conoció a Franz Liszt, Brahms se trasladó a Düsseldorf, donde entabló contacto con Schumann, quien quedó sorprendido ante las innegables dotes del joven artista. La amistad entre ambos, así como entre el compositor y la esposa del autor de Manfred, se mantuvo durante toda su vida.

Siguiendo los pasos de Beethoven, en 1869 Brahms fijó su residencia en Viena, capital musical de Europa desde los tiempos de Mozart y Haydn. Allí se consolidó su personal estilo, que, desde unos iniciales planteamientos influidos por la lectura de los grandes de la literatura romántica alemana y cercanos a la estética de Schumann, derivó hacia un posicionamiento más clásico que buscaba sus modelos en la tradición de los clásicos vieneses y en la pureza y austeridad de Bach.

Brahms, que al principio de su carrera se había centrado casi exclusivamente en la producción pianística, abordó entonces las grandes formas instrumentales, como sinfonías, cuartetos y quintetos, obras todas ellas reveladoras de un profundo conocimiento de la construcción formal. A diferencia de la mayoría de sus contemporáneos, y al igual que su rival Bruckner, fue partidario de la música abstracta y nunca abordó ni el poema sinfónico ni la ópera o el drama musical. Donde se advierte más claramente su inspiración romántica es en sus numerosas colecciones de lieder. En el resto de su producción, de una gran austeridad y nobleza de expresión, eludió siempre cualquier confesión personal.

Brahms - Ein Deutsches Requiem

Año: 1962

Intérpretes:

Dietrich Fischer-Dieskau

Elisabeth Schwarzkopf

Philharmonia Chorus & Orchestra

Otto Klemperer

Formato: Mp3

BitRate: 192 KbpS

Lista de Tracks

01 - Selig sind, die da Leid tragen

02 - Denn alles Fleisch es ist wie Gras

03 - Herr, lehre doch mich

04 - Wie lieblich sind deine Wohnungen

05 - Ihr habt nun Traurigkeit

06 - Denn wir haben hier keine bleibende Stadt

07 - Selig sind die Toten

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Contraseña:

musicainmensa

2 comentarios:

Euterpe dijo...

Me encanta esa obra. Cuando entra el coro con el "Selig sind, die da Leid tragen, denn sie sollen getröstet werden", me emociono siempre que lo escucho. Es mi número preferido. El 11-M lo puse en homenaje particular a las víctimas del atentado y tuve que quitarlo... El llanto me impedía concentrarme y la música no significó en ese momento un consuelo porque mi tristeza obstaculizara que me llegase.

elflaming74@yahoo.es dijo...

Amigo Ariisaac de nuevo enlazo tu entrada al blog http://fonotecaidealclasica.blogspot.com. Gracias